Si bien es cierto que cada vez reciclamos más y mejor, todavía hay desconocimiento en torno a qué y cómo podemos darle una segunda vida. La gran mayoría de la población es consciente de que los cubos de color amarillo, azul y verde son para reciclar los envases, el papel y el cartón limpio y el vidrio, respectivamente, pero son muchos los objetos que pueden depositarse en un punto limpio o llevarse a un gestor de residuos. Y es que cuesta mucho menos reciclar que fabricar desde cero un producto nuevo.
Los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), es decir, el material informático que todos solemos tener en casa son algunos de los objetos que normalmente se desechan al contenedor por desconocimiento: altavoces, teléfonos móviles, auriculares, pantallas de ordenador… e incluso los cartuchos de tinta de la impresora. No obstante, deberían llevarse a una planta donde traten este tipo de residuos para descontaminarlos correctamente, desmontarlos y clasificar los materiales que contienen. De igual manera, los aparatos eléctricos, tales como las cafeteras, las tostadoras o los aspiradores, también se pueden reciclar. Estos residuos, conocidos como “basura electrónica”, son cada vez más abundantes y son los responsables en gran parte de la contaminación del agua, del suelo y del aire, por eso es esencial que nos concienciemos de la importancia de su correcto reciclaje. Gracias a la colaboración por parte de los ciudadanos se puede contribuir a que estos sean recogidos por separado para ser tratados, reciclados y recuperados correctamente. En las instalaciones de los gestores de residuos se realizan diferentes procesos que permiten dar una segunda vida a estos residuos, contribuyendo así a la economía circular.
El material informático que todos solemos tener en casa son algunos de los objetos que normalmente se desechan al contenedor por desconocimiento.
En cuanto a las luces fluorescentes, albergan en su interior pequeñas cantidades de argón y vapor de mercurio, sustancias que lo hacen un residuo peligroso cuando finaliza su vida útil. Una vez llegan a su destino final, se separan los electrodos, se aspira el polvo tóxico y se tritura el vidrio para su posterior reciclado. Así, las bombillas y fluorescentes deben llevarse a un punto limpio en lugar de depositarse en el contenedor de vidrio. En la misma línea, los envases de pintura se pueden reciclar, pero si esta contiene disolvente, también se debe depositar en el punto limpio para asegurar un correcto tratamiento. Otros productos con la misma problemática son las baterías de coche, los filtros de aceite de motor, el líquido de frenos o las fibras de amianto: todos ellos son reciclables, pero deben ser tratados por un gestor de residuos.
El convencimiento de que un objeto se recicla de una manera específica cuando en realidad implica un procedimiento diferente o no hay posibilidad de darle otra vida es otro de los problemas más comunes. Por ejemplo, las servilletas de papel usadas no irían al contenedor azul, sino al orgánico. De igual manera, las cajas de pizza manchadas con grasa no son aptas para el reciclaje ni tampoco las tarrinas de helado que son de cartón. Por otro lado, los envases que se depositan en el contenedor amarillo deben ir completamente vacíos para que su destino no sea el vertedero.
Otra problemática es el convencimiento de que un objeto se recicla de una manera cuando en realidad implica otro procedimiento o no hay posibilidad de darle otra vida.
Aunque sean plásticos, los juguetes no pueden desecharse en el contenedor amarillo, ya que no son envases. Además, algunos contienen otros materiales, como pilas, las cuales deben retirarse, y componentes eléctricos. Por ello, deben llevarse a un punto limpio, aunque la mejor opción es donarlos a una ONG.
Reducir, reutilizar y reciclar es indispensable para disminuir la contaminación del planeta y garantizar la salud de las especies que lo habitan. Reciclando se ahorra energía, agua y materias primas, se generan nuevos puestos de trabajo y se evita la explotación de los recursos naturales. Además, permite alargar la vida útil de los vertederos (ya que llegan menos desechos). Un beneficio enorme en comparación a los pequeños gestos que podemos realizar todos día a día.
Grup REFESA es una de las empresas de referencia en el sector del reciclaje y la gestión de residuos en Andorra. Con capital 100% del país, está formada por dos empresas líderes en la gestión de residuos y la economía circular: LSR (Logística i Serveis del Reciclatge) y REFESA (Recuperacions Fèrriques), y cuentan con la experiencia de cuatro generaciones dedicadas al sector. El grupo tiene diferentes líneas de negocio: gestión integral de residuos, tratamiento de RAEE’s, desguace de vehículos fuera de uso, residuos de la construcción, residuos peligrosos y recambios de ocasión. La empresa está apostando de una manera muy significativa por el reciclaje de RAEE’s, siendo actualmente la única del país autorizada a realizar el tratamiento de este tipo de residuos. Se encarga de su desmontaje y efectúa la descontaminación correspondiente para que los diferentes componentes puedan ser reutilizados, contribuyendo así a la economía circular y dándoles una nueva vida. El grupo está formado por un equipo cualificado con años de experiencia en el sector, personal con carnés de materiales peligrosos ADR para el transporte de residuos y, además, hacen formaciones continuas específicas en materia de riesgos laborales, prevención y extinción de incendios y de consejero de seguridad.
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