El acónito azul puede llamar la atención de cualquiera por su belleza, pero también es la flor más venenosa de Europa y sí, se puede encontrar en muchas zonas de Andorra. Su toxicidad es tan alta que 1 mg es capaz de acabar con la vida de un niño o de una persona adulta que esté débil y, en personas saludables, una dosis de 5 mg puede llevar a la muerte en una o dos horas.
Las partes más tóxicas de esta flor son las hojas y las raíces, donde se acumula más veneno. Empieza a florecer en julio y la podemos encontrar en todo su esplendor hasta las primeras semanas de septiembre, aproximadamente. Además, cabe destacar que también existe una variedad amarilla, la cual posee unas flores un poco más pequeñas, pero que tienen la misma espiga y el mismo poder tóxico.
Actualmente no hay antídoto contra el tipo de veneno que posee el acónito, la aconitina y la pseudoaconitina, que producen efectos cardiotóxicos y neurotóxicos. Los efectos del envenenamiento aparecen unos treinta minutos después de la ingesta y producen picor en la lengua, exceso de salivación y hormigueo en la cara, brazos y piernas. Además, puede provocar ganas de vomitar, diarrea, debilidad de los huesos, dificultad para respirar, problemas de visión y, posteriormente, colapsar el sistema nervioso y respiratorio.