Esta flor, conocida como anémona hepática, pertenece a la familia Ranunculaceae y se puede encontrar en prácticamente todos los bosques no muy secos del hemisferio norte. Sin embargo, no hay que olvidar que esta flor es toxica si se consume directamente.
Su nombre encuentra su origen en la edad media, en la que se asimiló la forma de las hojas de la flor con la del hígado. Por ello, siguiendo la teoría de las signaturas, que predicaba que la similitud física significaba una cura para ese mal, se utilizaba para tratar enfermedades hepáticas, causando intoxicación en los pacientes por su alto contenido en protoanemonina.
En efecto, esta planta no puede ingerirse directamente ya que resulta toxica. De hecho, solo tiene efectos medicinales en forma de infusiones, únicamente de las hojas, o en forma tópica para tratar heridas o eczemas.
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